Arpaterapia: cuando la música ayuda a sanar

Desde hace varios años, la arpista santafesina María Emilia Gagneten ayuda con su música a los más vulnerables.

La músicoterapia es una herramienta cada vez más utilizada en las terapias de  salud. Ayuda a la relajación, cambia los estados de ánimo de los pacientes y logra resultados que no podrían obtenerse con otros recursos.

Arpaterapia es un arte-ciencia que resulta muy efectivo porque las vibraciones de las cuerdas no están contenidas por una caja acústica, como ocurre con la guitarra o el violín, sino que se transmiten ampliamente por todo el lugar donde es ejecutado el instrumento. Se ha comprobado lo beneficiosa que es la música del arpa que por ejemplo algunos centros oncológicos en Gran Bretaña contratan arpistas para tocar durante las sesiones de quimioterapia.

María Emilia Gagneten de Mantovani es una arpista santafesina que tras muchos años de dedicación al instrumento, se enteró en 2012 que existía un curso internacional : el Harp Therapy Program, con sede en San Diego, California (USA) que le brindaba la oportunidad de hacer algo más que tocar bellas melodías. El sonido del arpa ayuda y da alivio a quienes están pasando por un problema de salud difícil.  En el 2013 hizo ese curso y después de un intensivo trabajo online con conferencias, estudios y grabaciones,  asistió a una parte práctica en el estado de Belo Horizonte (Brasil) para terminar de graduarse con la supervisión de la directora del programa.

Una vez graduada empezó asistiendo a Centros de Día para Adultos mayores, bibliotecas y escuelas y luego se contactó con las Mamás Sustitutas del Hospital de Niños Orlando Alassia. A través de ellas se entrevistó con los directivos de la institución, que la alentaron para que concurra todos los martes y pueda así llevar distracción y alivio a los chicos y también a sus madres que padecen la preocupación y la angustia de ver a sus hijos enfermos.

     Para hacerlo utiliza las arpas celtas de menor tamaño que las que podemos ver en una orquesta. Estas arpas tienen de 20 a 26 cuerdas, son livianas y más fáciles de transportar y de acomodar en la cama de un niño enfermo.

 

 

 

María Emilia concurrió durante tres años a la Sala de Neonatología, Cuidados Intermedios y Oncología, donde obtuvo muy buenos resultados con los chicos y también sus madres.

 

 

 

De acuerdo a la necesidad de cada chico, ella se acerca de forma diferente. Algunos se animan a tocar las cuerdas, otros solamente escuchan un cuento con música. A veces los mismos profesionales le piden que se dedique a algún niño en particular y también a los que están en sala de espera o acuden a los consultorios para que se olviden por unos instantes de su dolor o temor.

                             

 

Con los adultos mayores ocurre lo mismo; no todos se animan a tocar el arpa. Pero es suficiente con que pongan sus manos sobre el instrumento y sientan las vibraciones de la música. 

               

Todos somos cuerpos que vibran. Los sonidos del arpa producen algo mágico, porque la música llega a los sentidos de una forma que resulta inexplicable

Lamentablemente, la pandemia obligó a suspender estas actividades, que van a ser retomadas una vez que sea posible hacerlo.

Es importante destacar que todo este trabajo  que realiza María Emilia, tanto en el Hospital de Niños como en los Centros de Adultos Mayores y en las escuelas, lo hace de manera gratuita. No tiene auto y muchas veces ha ido al Hospital en colectivo, con el arpa en su estuche colgada del hombro. Su única ganancia es el respeto, el cariño y el agradecimiento de todos los que se benefician con su musical talento.

 

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