El maravilloso arte de cazar aves…con la cámara

Liliana Aquilino y Enrique Aranda Marin combinan su pasión por los animales con la fotografía. El resultado: espectacular.

Hace 38 años Liliana Aquilino llevó su gato enfermo al local de Enrique Aranda Marin,un joven veterinario. A partir de ese momento, unieron sus vidas y compartieron una pasión: el amor a los animales. Ahora que ya no tienen la urgencia del trabajo ni la crianza de sus hijos, pueden dedicarse de lleno a combinar esa pasión con otra que también fueron desarrollando a través de los años: la fotografía. 

Para poder captar la variedad de aves que existen en nuestro país y otros lugares del mundo, decidieron viajar y hacer un turismo que años después se impondría: el de la fauna y la flora, la naturaleza en lugar del shopping. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“No nos gusta el turismo tradicional, adonde te llevan a donde quiere el guía y no conocés nada de la gente. Nosotros hacemos una investigación previa del lugar al que viajaremos y después vamos adonde nos interesa, no donde nos llevan las compañías de turismo. Nosotros no nos vamos de vacaciones a descansar y a tomar sol.  Nos gusta conocer la idiosincrasia de la gente y nos adentramos en lugares que no son habitualmente visitados por los turistas” . Cuando llegan a un lugar alquilan un auto y, siempre con un guía para evitar lugares peligrosos, se lanzan a la aventura de conocer. De sus viajes quedan los relatos, las experiencias y las múltiples fotografías, que comparten en redes sociales. 


 

Estuvieron dos veces en Colombia, en las Islas Galápagos, Ecuador, Costa Rica, Chile, Brasil y numerosos lugares de Argentina. Allí donde hay fauna para conocer, van. Los Parques Nacionales Naturales de Colombia les parecieron algo parecido a el Paraíso, por su exuberante vegetación y la cantidad de pájaros de todos los colores, en especial colibríes. Costa Rica también los cautivó.

Al momento de tomar las fotos de los animales, es imprescindible la paciencia, para encontrar el momento justo. Esto requiere también de una rápida reacción, para captar ese segundo que hace las fotos únicas.

     

En Argentina, Liliana dice que lo más parecido a Colombia es Misiones y su selva. Estuvieron  en Andresito,  donde conocieron a un guía que trabajó en la  Secretaria de Turismo de San Antonio. El los llevó  a lugares que no frecuentemente llega el turismo. Al medio de la selva. “Veíamos a los chicos que cruzaban un arroyito para ir a la escuela,  pasando por encima de un tronco. Fuimos caminando a través de la selva y llegamos a territorio brasilero”.  En el Parque Nacional de San Sebastián de la Sierra pudieron también obtener innumerables testimonios de aves de la región.

 

Algunas de sus fotos están en el libro de Martín de La Peña, un veterinario  que editó libros con fotos de pájaros y animales de la región y al que debe su nombre la reserva de la Universidad de Esperanza.  Fue una edición para las escuelas, para que pudiera apreciarse toda esa maravillosa fauna que nos rodea.

 

 

 

 

 

 

La pandemia  limitó sus viajes, pero también les abrió la puerta a otra experiencia. Hace un año tuvieron la oportunidad de comprar un pequeño campo, a 140 km de Santa Fe, entre las localidades de Constanza y Elisa. El campo, una antigua cremería, contaba con un área de monte, donde Liliana y Enrique conocieron a sus nuevos” vecinos”. Aves, zorros grises,  llegan hoy hasta los alrededores de su casa a tomar agua. Por supuesto, no escapan a sus cámaras. Y además, empezaron una nueva actividad: la docencia acerca del cuidado de  la naturaleza.

A raíz de una charla que se iba a dar en la escuela de Los Paraísos sobre el Aguila coronada, en extinción en nuestro país y todo el mundo, las maestras invitaron a Enrique y Liliana a dar una clase sobre aves rapaces, muy habituales la zona. Ellos fueron y no sólo charlaron con los chicos: les mostraron un power point donde cada pájaro estaba acompañado de su trino y les enseñaron la importancia de cuidarlos y dejarlos libres. Pronto los llamaron de otras escuelas y aprovecharon estas clases para desterrar antiguas creencias sobre los animales: supersticiones o desconocimiento que hacen que sean perseguidos sin razón. Como el de las lechuzas, que se cree traen mala suerte cuando en realidad se encargan de depredadores y el Aguará Guazú, hermoso mamífero de la zona que hasta se creía que era la representación del lobizón. Este animal esta protegido como fauna autóctona y es totalmente inofensivo. También alertaron a los vecinos de su campo sobre la quema de pastizales, a veces provocadas para matar a las víboras. No sólo no las matan, sino que las serpientes huyen por el fuego y a veces se refugian en los lugares habitados por personas, lo que supone un peligro mayor.

Todo lugar que se desmonta, que se quema, se cree que se limpia. Pero en realidad se destruye así el hogar de muchos animales que no tienen dónde ir. Algunos huyen por la carretera y son embestidos por autos; otros llegan a sitios donde no tienen agua ni comida y perecen de hambre. 

Cada lugar de la naturaleza cobija algún tipo de vida y es importante conocerla para cuidarla y respetarla. En épocas del pasado el desconocimiento hizo  que el hombre avasalle lugares que tenían su propia biodiversidad y provocó así  la extinción de especies, lo que afectó también a  la vida humana.

La cosmovisión de este nuevo milenio nos muestra un mundo en el que todos podemos convivir,  sin jerarquías, interactuando  sin dañar al otro. Liliana y Enrique ya lo  están haciendo.

 

 

 

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