El 70% de los casos de cáncer de ovario se detecta en estadios avanzados: claves para prevenirlo y tratarlo a tiempo
Cada 8 de mayo se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Ovario, una fecha impulsada por organizaciones internacionales dedicadas a la lucha contra esta enfermedad con el objetivo de visibilizar su impacto y concientizar sobre la importancia de su detección temprana. Esta forma de cáncer, que suele avanzar en silencio debido a síntomas poco específicos, se diagnostica en estadios avanzados en más del 70% de los casos, lo que limita considerablemente las posibilidades de curación.
Dolor o molestia pélvica persistente, hinchazón abdominal, pérdida de peso inexplicable y sensación de saciedad temprana son algunos de los síntomas que pueden indicar la presencia del tumor, pero que comúnmente se confunden con dolencias digestivas menores. Esta confusión es uno de los motivos por los cuales muchas pacientes no consultan a tiempo, lo que lleva a diagnósticos en etapas III o IV, cuando el cáncer ya ha comprometido otros órganos, como el peritoneo.
Según la doctora Ana Laura Mendaña, oncóloga del Instituto Alexander Fleming (IAF), el cáncer de ovario se desarrolla a partir de células anormales en los ovarios o las trompas de Falopio. En Argentina, se detectan más de 2.000 nuevos casos por año y provoca unas 1.400 muertes anuales. Es el sexto cáncer con mayor mortalidad en el país y la segunda causa de muerte por cáncer ginecológico. A pesar de los avances científicos, aún no existe un método eficaz de detección precoz que permita diagnosticarlo antes de que avance.
“El 90% de los casos en estadio I puede curarse, pero en etapas más avanzadas esa posibilidad desciende al 15% o 20%”, advierte Mendaña. La ecografía transvaginal y los análisis de marcadores tumorales, aunque útiles, no tienen suficiente precisión como herramientas de tamizaje en población general. Por este motivo, los esfuerzos de prevención se enfocan principalmente en mujeres con predisposición genética, como aquellas con mutaciones en los genes BRCA1 o BRCA2.
En estas pacientes de alto riesgo, una de las estrategias recomendadas es la salpingooforectomía profiláctica, es decir, la extirpación preventiva de los ovarios y trompas de Falopio entre los 30 y 45 años, según el caso. También se ha comprobado que el uso de anticonceptivos puede disminuir el riesgo de desarrollar este tipo de tumor.
El oncólogo Mauro Orlando, también del IAF, subraya que los controles ginecológicos anuales pueden ser clave, sobre todo para mujeres con antecedentes familiares o factores de riesgo. En estos chequeos, el profesional puede indicar estudios complementarios si considera que hay señales de alerta. Si los síntomas persisten más de tres o cuatro semanas, se recomienda insistir en estudios específicos como ecografía, marcadores tumorales y, si es necesario, una resonancia o tomografía.
El doctor Gonzalo Giornelli, jefe de Ginecología Oncológica del IAF, señala que el cáncer de ovario también puede estar vinculado con factores como la obesidad, el tabaquismo, tratamientos hormonales, la ausencia de embarazos o haber tenido hijos en edad avanzada. Ante cualquier sospecha, recomienda recurrir a centros especializados donde se pueda acceder a estudios genéticos y tratamientos personalizados.
En cuanto a los avances terapéuticos, en los últimos años se han desarrollado tratamientos de mantenimiento por vía oral que logran reducir las recaídas, así como fármacos dirigidos que actúan de manera más específica sobre las células tumorales. Además, las nuevas estrategias terapéuticas combinan cirugías precisas con medicamentos más efectivos, mejorando tanto la sobrevida como la calidad de vida de las pacientes. La investigación molecular también ha permitido definir mejor los subtipos de cáncer de ovario, facilitando tratamientos más ajustados a cada caso.
Por eso, los especialistas insisten en la importancia de apoyar la investigación clínica, ya que permite el acceso a nuevos tratamientos y garantiza atención de calidad. La rápida difusión de nuevos hallazgos científicos a través de congresos y medios de comunicación acelera su incorporación en la práctica médica cotidiana.
Aunque hoy no exista un test específico como la mamografía o el PAP, los especialistas coinciden en que estar atentos a los síntomas, insistir en su estudio y consultar con profesionales especializados puede marcar una diferencia vital. La detección temprana, aunque difícil, sigue siendo la mejor herramienta para mejorar el pronóstico del cáncer de ovario.