Para Quién Produce Santa Fe?
Mientras la agroindustria santafesina acumula miles de millones en ventas externas y los puertos se consolidan como los más activos del país, el mercado laboral y el consumo local se desploman. Empleo en caída, salarios debilitados y empresas históricas en crisis profundizan la brecha entre la riqueza que se genera y la que efectivamente llega a los hogares.
Santa Fe exporta más que nunca, pero la crisis se siente en la calle
Santa Fe atraviesa una paradoja económica difícil de ignorar. Entre enero y septiembre de 2025, las exportaciones provinciales alcanzaron US$11.276 millones, un 4% más que el año anterior, impulsadas principalmente por harinas, aceites y cereales, que representan casi el 78% del total provincial. Los puertos santafesinos, además, consolidaron su rol estratégico: solo en el primer semestre despacharon US$12.815 millones, equivalente al 32% de todas las exportaciones argentinas.
Con semejante volumen, la provincia genera una de las mayores entradas de divisas del país. Sin embargo, esa riqueza no logra reflejarse en la economía cotidiana.
Desempleo en alza y consumo en retroceso
Mientras el comercio exterior muestra números récord, el mercado interno vive la situación opuesta. El Gran Santa Fe registró en el segundo trimestre un 5,5% de desocupación, lo que implica unos 13.000 santafesinos buscando trabajo. A su vez, el empleo privado registrado cayó de 523.700 a 509.800 puestos entre diciembre de 2023 y agosto de 2025, dejando casi 14.000 empleos menos en menos de dos años.
La subocupación trepó al 10% y uno de cada cuatro trabajadores busca un empleo mejor o un ingreso extra ante la pérdida de poder adquisitivo.
Esta fragilidad laboral impacta de lleno en el consumo. Solo el 15,7% de los comercios logró aumentar ventas por encima de una inflación interanual del 32%, mientras que el 61% quedó por detrás de los precios. Las ventas minoristas de las pymes cayeron 1,4% interanual en octubre, aun con impulsos estacionales como el Día de la Madre.
La inflación provincial, de 32,3% en el último año, deteriora el poder de compra y empuja a los consumidores a estrategias defensivas: menos compras, más búsqueda de descuentos y postergación de gastos.
Vicentin y SanCor: dos íconos que ya no representan prosperidad
Los casos de Vicentin y SanCor sintetizan el drama regional.
Vicentin, alguna vez una potencia exportadora desde Reconquista, lleva años paralizada tras su default de 2019. En concurso desde 2020 y con deudas superiores a US$1.000 millones, la empresa no registra exportaciones propias desde hace seis años y arrastra conflictos judiciales y salariales persistentes.
SanCor, por su parte, vive su peor momento histórico: procesa apenas 50.000 litros diarios, paga salarios en cuotas y redujo su plantel a la mitad, pasando de 1.300 a 650 empleados en un año. La cooperativa analiza desprenderse de hasta el 90% de sus acciones para garantizar su supervivencia, mientras tambos y proveedores se alejan ante la incertidumbre.
Industria y comercios: otra cara de la recesión
La industria manufacturera santafesina no escapa a la recesión. Entre julio y agosto de 2025 se perdieron 600 empleos industriales, con caídas en construcción, transporte, manufactura y minería.
Un caso emblemático es Essen, la tradicional fábrica de ollas de Venado Tuerto, que despidió al 10% de su personal. El gremio metalúrgico denuncia que casi el 45% de la producción fue sustituida por importaciones chinas, una acusación que la empresa rechaza, pero que pone en evidencia la tensión que genera la apertura comercial en la industria local.
La lógica se repite en comercios y pymes: insumos más caros, demanda debilitada y competencia de productos importados que presionan márgenes y empleo.
La pregunta que queda en el aire: ¿para quién produce Santa Fe?
La foto completa exhibe una contradicción contundente: la provincia genera más dólares que nunca, pero la gente vive peor. Sus puertos trabajan a plena capacidad, sus productos recorren el mundo, pero los salarios pierden poder, el empleo cae, empresas históricas entran en concurso y el consumo interno se retrae.
La riqueza se produce, pero no se distribuye. Queda la sensación de que Santa Fe trabaja para abastecer mercados externos mientras, puertas adentro, miles de familias ven cómo la economía local no levanta cabeza.
La pregunta, entonces, sigue abierta: ¿para quién produce Santa Fe?