La Iglesia se opone a bajar la edad de imputabilidad a 14 años

Fernando Barilatti, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social, manifestó un fuerte rechazo al proyecto del oficialismo que propone reducir la edad de imputabilidad de 16 a 14 años. Según advirtió, la iniciativa parte de una mirada “simplista” y no aborda las verdaderas causas del delito juvenil.

Este martes, la Cámara de Diputados comenzará a debatir la reforma en comisión. El proyecto cuenta con el respaldo del Gobierno nacional y bloques aliados como el PRO, la UCR, la Coalición Cívica, Innovación Federal y Encuentro Federal, mientras que es rechazado por Unión por la Patria, la izquierda, organismos de derechos humanos y la Iglesia Católica.

Barilatti, en declaraciones radiales, fue contundente: “No creemos que bajar la edad sea la solución”. Y añadió: “Cada adolescente que delinque es reflejo de una sociedad rota”. Según el representante eclesiástico, el proyecto responde más a una reacción emocional ante hechos de alto impacto mediático, como el reciente asesinato de Kim Gómez, que a un análisis profundo de la realidad. “Entendemos el dolor, pero estamos frente a un diagnóstico equivocado. El porcentaje de menores que delinque es muy bajo. Hay una reacción mediática y emocional que no resuelve nada”, expresó.

También criticó la omisión de aportes científicos en el diseño del proyecto. “Desde la neurociencia sabemos que un chico de 14 años comprende la criminalidad de sus actos según su lógica, pero no con el mismo nivel que un adulto. No se le puede exigir la misma responsabilidad penal”, explicó, y agregó que avanzar en esta dirección podría implicar violaciones a convenios internacionales y normativas legales vigentes.

Barilatti sostuvo que es necesario reformar el régimen penal juvenil, pero desde una perspectiva integral. “No se trata de justificar a quienes delinquen, sino de asumir como adultos la responsabilidad de las condiciones sociales que estamos generando”, afirmó.

En esa línea, vinculó la problemática con factores estructurales como la pobreza, la falta de oportunidades, las deficiencias educativas y los consumos problemáticos. “La sociedad promueve conductas adictivas, violencia, hipocresía. Luego se sorprende de que los chicos exploten. Esto es como tapar una hemorragia con una curita”, concluyó.

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