Alivio en el Centenario: Colón ganó en tiempo adicional y quebró seis fechas de frustración

El Sabalero rompió una racha de seis derrotas con un triunfo agónico frente al último de la tabla. El gol de Jourdan, en tiempo adicionado, desató la euforia en el Centenario tras un partido flojo y lleno de nervios.

La victoria se hizo desear, pero llegó. Colón venció por la mínima a Talleres de Remedios de Escalada con un gol de Federico Jourdan en los minutos adicionados, y cortó una racha negativa que lo tenía al borde del colapso anímico e institucional. El equipo santafesino jugó mal, sin ideas ni profundidad, pero logró el objetivo imprescindible: ganar como sea. La gente pasó por todos los estados emocionales, desde el fastidio hasta el festejo desbordado, y respiró aliviada tras una semana cargada de presión.

El clima previo ya marcaba que no era un partido más. Seis derrotas consecutivas, crisis dirigencial con renuncias en la comisión directiva, y la obligación imperiosa de ganarle al último del campeonato. Desde la entrada del capitán Christian Bernardi al campo de juego, el grito de la hinchada fue un ruego claro: “Esta tarde cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar”. Y esa presión se trasladó al césped.

Un primer tiempo para el olvido

Desde el arranque, Colón mostró los mismos síntomas que en partidos anteriores: apuro, imprecisión y desconexión. El esquema 4-1-4-1 dispuesto por Iván Delfino buscaba asociar a Bernardi con Lago por la izquierda y a Agustín Giménez con Gallay por la derecha, pero el equipo nunca logró hilvanar juego. Apenas una jugada individual de Gallay, a los 27 minutos, llevó algo de peligro con un remate desviado por el arquero Tello.

Talleres, un rival limitado pero ordenado, se animó aprovechando los errores de Colón más que por virtudes propias. Su enlace, Muñoz, condujo lo poco que generaron, acompañado por los volantes Vedoya y Romero. La hinchada local, impaciente, dejó oír su disconformidad con una actuación opaca, sin llegada y con un Gigliotti que retrocedía demasiado en busca de contacto con la pelota.

Empuje sin claridad en el complemento

En la segunda mitad, el equipo cambió actitud pero no fútbol. Con Negro lesionado, ingresó Ortiz. El ingreso aportó energía, pero seguía faltando juego. Un tiro libre de Muñoz obligó a una gran intervención de Marcos Díaz, en una de las pocas jugadas de riesgo para el visitante.

Buscando respuestas, Yllana metió tres cambios clave: salieron Bernardi, Gallay y Agustín Giménez; entraron Barreto, Yunis y Jourdan. Las modificaciones, especialmente las entradas de Jourdan y Yunis, revitalizaron al equipo: el primero fue clave en el gol, y el segundo aportó marca y equilibrio.

Colón tuvo dos chances claras de cabeza: una de Gigliotti que se fue alta y otra de Lago bien atajada por Tello. El dominio se hizo más notorio en los minutos finales, con un rival que apostaba abiertamente a la demora y a cortar el juego.

El gol del desahogo

Ya en tiempo de descuento, cuando se agotaban las esperanzas y la angustia se apoderaba del estadio, llegó el desahogo. Un tiro libre desde la izquierda encontró a Federico Jourdan en el área chica. El volante empujó la pelota en medio de un tumulto y desató la locura en el Brigadier López. El festejo fue tan intenso como el sufrimiento que lo antecedió.

Así, Colón volvió a sumar de a tres, en un partido que no quedará en el recuerdo por su juego, pero sí por su importancia anímica. El equipo necesitaba ganar, y lo hizo con el sello que ya parece parte de su identidad: sufriendo, con angustia, y en el final.

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