El orgullo de pertenecer

Día de Malvinas: la editorial de Martín Silva.

Pensando en distintos aspectos de la vida, hoy tengo que hacer referencia, indefectiblemente por la fecha, al 2 de abril y a los cientos de excombatientes que regresaron de la gesta, los cientos de custodios eternos que quedaron en las islas y al sentimiento que seguramente comparten entre sí y que tanta falta nos hace a la sociedad de hoy en día.

Como todos mis escritos trataré de ser sucinto e ir directo al tema.

Mucho se ha hablado sobre si debería o no volver a implementarse el Servicio Militar Obligatorio, cuestión con la cual estoy en pleno acuerdo y he aquí donde radica mi inquietud: muchos de los lectores discreparán conmigo en este aspecto. Pero creo, en mis pocos años de vida y mi experiencia en el tema, lejos de considerar la implementación de dicho Servicio como un apoyo o apología al Proceso de reorganización del estado, ocurrido en nuestro país de la mano de Personal Inescrupuloso y con escasa experiencia para dirigir un Estado, que es por otros aspectos que considero adecuado el retorno de la llamada “CO.LIM.BA” (sigla formada por las palabras Corra, Limpie y Barra). Estos aspectos a tener en cuenta son: la Camaradería, el respeto, el honor y el sentido de pertenencia.

Muchos relacionan directamente el tema con el actual deterioro de la juventud y la falta de seguridad que azota nuestra sociedad, al punto de expresar libremente “si estuviera el servicio militar esto no pasaría!”, cosa que no es cierta del todo, ya que el servicio militar sigue estando pero bajo la modalidad de ingreso Voluntario, del cual fui participe durante 4 excepcionales años dentro de las filas de la Fuerza Aérea Argentina.

A esto lo traigo a colación porque, si bien los valores se aprenden en el hogar, muchos de los jóvenes que no tienen un hogar conformado o provienen de un extracto cultural poco desarrollado y donde prevalece la Ley del más fuerte, es este sistema de instrucción el que arraiga o inculca; dependiendo del receptor, los aspectos que mencionaba con anterioridad, La camaradería: entre los miembros de una rama y con miembros de otras ramas de las FFAA; el Respeto ante todo y en toda la cadena de mando, tanto hacia arriba como abajo entre Superiores y subalternos, el Honor: entendido como la conquista de la nobleza, como virtud asociada más al concepto de la imagen, es decir, una persona Honorable por sus atributos. Por último pero no menos importante el sentido de pertenencia: de aquí se deriva la formación de un buen ciudadano, respetuoso de las instituciones, amante de las libertades y fiel defensor de la constitución y los emblemas de su Nación, capaz de dar la máxima ofrenda a su patria sin dudarlo ni por un segundo, porque mal que a algunos les pese los años demostraron que una persona que cumplió con el servicio militar obligatorio, salvo excepciones que hacen a la regla, se convirtió en un hombre de bien.

Por esto es que planteaba la necesidad de volver a contar con un sistema de transmisión de valores, de oficios y de servicios, que brinde contención a los jóvenes que tanto lo necesitan, para encaminarse de una forma diferente a la actual, donde se valora más a un personaje de los medios que a San Martin, Belgrano o Favaloro. Donde la idea de éxito radica en tener miles de likes en las redes y no en conseguir un título o conformar una familia.

Para cambiar al país no se necesita mucho, solo materia prima de buena calidad humana, ladrillos que sirvan de cimientos firmes para crecer como Nación, personas que quieran a su País en lugar de desear radicarse en el exterior en busca de un futuro incierto, pero mejor.

Orgullosos de su condición de ser humano y sobre todo un ser al que por sus venas le recorre ese sentimiento que quienes no pasaron por esa etapa no podrán entender, es nada más y nada menos que… EL ORGULLO DE PERTENECER.

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