Feminicidios y narcocriminalidad en Santa Fe: un informe revela datos alarmantes de los últimos cinco años

La organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) presentó un relevamiento que expone un panorama estremecedor sobre los asesinatos de mujeres en Santa Fe vinculados a la narcocriminalidad. Entre enero de 2020 y julio de 2025 se registraron 128 feminicidios en contextos de narcotráfico y crimen organizado, la gran mayoría en Rosario y su área metropolitana, que concentraron el 96% de los casos.

Un informe que pone cifras al horror

El documento, titulado “No estamos todas, nos faltan las víctimas del narcotráfico en Santa Fe”, fue elaborado por el Observatorio de MuMaLá a partir del monitoreo de medios de comunicación y el seguimiento territorial de distintas organizaciones sociales. Los datos reflejan que el 50% de las víctimas tenía menos de 30 años y que el 51% eran madres, mientras que cinco de ellas estaban embarazadas al momento de ser asesinadas. En total, se estima que 125 niñas, niños y adolescentes quedaron huérfanos como consecuencia directa de estos crímenes.

Jóvenes víctimas en el epicentro de la violencia

La mayoría de los asesinatos se produjeron en barrios del noroeste, oeste y sur de Rosario, sectores donde la violencia urbana asociada al narcotráfico tiene mayor incidencia. A diferencia de los femicidios por violencia de género íntima, que suelen cometerse en el hogar de la víctima y por allegados, los homicidios en contextos narcos ocurrieron principalmente en la vía pública y con armas de fuego en el 98% de los casos. Muchas veces, los ataques se realizaron en presencia de terceros, incluso de niños, que resultaron heridos o asesinados.

Rosario, epicentro nacional de la problemática

Gabriela Sosa, directora ejecutiva de MuMaLá a nivel nacional, destacó que Santa Fe concentra el 65% de los feminicidios vinculados al narcotráfico de todo el país. “Hay víctimas que quedaron en la línea de fuego de enfrentamientos entre bandas, y también mujeres que participaron en redes delictivas, pero en roles muy precarios dentro de esas cadenas”, explicó. Según Sosa, al analizar la provincia se observa con claridad que “Rosario y la zona Metropolitana se llevan casi la totalidad de los asesinatos”, y que en muchos casos hay vínculos entre víctimas, victimarios y personas detenidas por narcocriminalidad.

Agresores invisibles y el peso del sicariato

El informe detalla que en el 69% de los casos los agresores no fueron identificados, y que el 98% de las víctimas fueron asesinadas por desconocidos. Además, el 62% de los crímenes se perpetraron bajo la modalidad del sicariato, y un 34% de los autores materiales estaban directamente vinculados a bandas narco o a actividades criminales. En el 16% de los casos se comprobó la existencia de un autor intelectual distinto al ejecutor, y en el 60% de esos episodios la persona que ideó el crimen se encontraba detenida.

A nivel judicial, la respuesta sigue siendo limitada: sólo el 25% de los agresores fue detenido e imputado, y apenas el 29% recibió una sentencia condenatoria.

Una tendencia que cambió en 2024

Entre 2020 y 2023, las cifras de mujeres asesinadas en contextos de narcocriminalidad fueron superiores a las registradas por femicidios íntimos de género. Recién en 2024 se produjo un descenso en los homicidios, lo que interrumpió la tendencia creciente de los años anteriores.

Críticas a la falta de políticas públicas

Desde MuMaLá advirtieron sobre la falta de respuestas del Estado. “Estamos sumamente preocupadas porque todas las iniciativas estatales alientan el desarrollo de la narcocriminalidad”, denunció Sosa. La referente enumeró la flexibilización en el control de armas y municiones, la ausencia de políticas de género, la falta de inversión en educación, cultura, salud y obra pública, y hasta la promoción de blanqueos de capitales como factores que agravan la problemática.

“Con menos posibilidades de inclusión laboral, cultural y educativa, y sin políticas de género que acompañen, las mujeres quedan en una situación de extrema vulnerabilidad. Si a eso le sumamos la circulación de armas sin control y la expansión de economías ilegales, el panorama es un cóctel explosivo”, concluyó Sosa.

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