Constitución Nacional y un desafío para nosotras, para nuestra posteridad, y para todas las mujeres que quieran habitar el suelo argentino.

por Celia Arena con motivo del Día de la Constitución Nacional

La Ley 25863 sancionada en 2004 declaró al 1º de mayo como el Día de la Constitución Nacional y este año, por primera vez, tal como lo establece la Ley 27256, iniciativa de Omar Perotti, sancionada por el Congreso de la Nación el 19 de diciembre de 2019 la ciudad de Santa Fe es sede oficial de la conmemoración.

Conmemorar es invitarnos a reflexionar y creo que la oportunidad es propicia para hacerlo sobre los derechos de las mujeres y en ese camino, creo que primero es necesario contextualizar. La Argentina tuvo ocho convenciones constituyentes pero no fue sino hasta la Convención Reformadora de 1994, cuando por primera vez las mujeres pudieron acceder a ser convencionales. Allí encontramos a Cristina Fernández de Kirchner, Graciela Fernández Meijide, Elisa Carrió y Adriana Puiggrós, entre otras destacadas dirigentes políticas.

Es también esa Convención del 94 aquella en la que los derechos de las mujeres irrumpen con fuerza normativa. Debo reconocer que no me siento a gusto con las postulaciones contrafácticas, pero me resulta dificil no realizar una pregunta:

¿Hubiera sido posible esta irrupción normativa y de jerarquía constitucional si la convención reformadora no hubiera contado con estas mujeres?

Más allá de ello, la verdadera intención de estas palabras es la consideración práctica sobre lo que es concreto. Es decir, reflexionar sobre lo que hemos conseguido las mujeres a lo largo de este tiempo constitucional, teniendo presente en nuesta memoria, también, que la Constitución no siempre ha imperado en nuestro país, aunque el camino recorrido desde 1983 a la fecha, con sus altos y bajos, nos brinde cada vez una mayor certeza que nunca más la Argentina dejará de ser un Estado de Derecho Constitucional.

Mujeres Convención Consituyente 1994. Dora Feldman, Teresa Peltier, Luján Olsina y Lilita Carrió. Archivo / Los Andes

A modo de simple enunciación, y sin adentrarnos en el análisis de los demás instrumentos que proscriben, por ejemplo, la discriminación por razones de género, la Constitución Nacional hoy nos abraza a las mujeres con la incorporación como norma de máxima jerarquía a la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer.

También nos garantiza el pleno ejercicio de nuestros derechos políticos para el acceso a cargos electivos y partidarios mediante acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y el régimen electoral; otorga al Congreso la misión de promover medidas en relación a las mujeres que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y los Tratados Internacionales; ordena al régimen de la seguridad social que tenga, para con nosotras y si decidimos ser madres, una especial atención durante el embarazo y el tiempo de lactancia.

Quizás estos derechos respondieron a un contexto donde nada había, y de nada a algo, algo es mucho. Hoy, necesariamente, las mujeres queremos ir por más derechos. Para ello puede que no sea necesaria otra Constitución, aunque sería deseable, pero es cierto que los derechos que aquellas mujeres -y muchas otras que en esa Convención se vieron representadas por ellas- supieron conseguir, son el cimiento, el paso sobre tierra firme, desde el que podemos seguir avanzando. Y lo estamos haciendo.

En eso estamos trabajando entre todas. Algunas con responsabilidades institucionales, como hoy me ha tocado a mí, otras desde sus organizaciones, desde su trabajo o desde las acciones de su vida cotidiana y todas con la fuerza y el acompañamiento que caracteriza nuestra historia militante. Esta reflexión propia, creo sinceramente que es compartida, porque las mujeres hemos demostrado que siempre nuestra reflexión y nuestras conquistas son colectivas.

Celia Arena
Secretaria de Estado de Igualdad y Género
Gobierno de Santa Fe

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