“Shotaina´”, la increíble y real historia de un maestro y cinco alumnos qom

En el nordeste de la ciudad, uno de los barios más pobres y olvidados, gestaron un hermoso sueño y lo concretaron

En el 2018, Andrés Cettour llegó al barrio Santo Domingo para hacer un reemplazo en “La casita de Pepe”, donde funciona el Centro de Alfabetización para Adultos de la Provincia. A él asistían miembros de la comunidad qom o tobas, como fueron designados por el hombre blanco, que no habían terminado la escuela primaria.

El primer año fue difícil. Los jóvenes no asistian regularmente a clases y era muy difícil acercarse a ellos. Poco a poco Andrés fue consiguiendo romper la barrera de la desconfianza, justificada por tantos años de invisibilidad hacia ellos.  Había también  un abismo entre las cosas que debían aprender, por la currícula, para que terminen la escuela primaria y lo que a ellos le interesaba. A mediados de 2019 logró que algunos fuesen a clase todos los días.

A algunos lo iba a buscar a la casa, para ver qué les pasaba. Vivían en ranchitos. Cuando veo como vivían, y la paz que tenían… toda su espiritualidad…me impresionó. Porque mantener la espiritualidad, o esa calma  haciendo yoga  o meditación con todas las necesidades básicas satisfechas es mas sencillo, pero ellos están en ese barrio que es muy inseguro… los vi muy conectados con su historia y con su cultura. Esa fue la piedra fundamental, porque al ir todos los días se empezó a tratar la problemática de su barrio, qué necesitaban. Surgió que estaban pisando la riqueza que es más grande para ellos: la tierra. Y su cultura.Y empezaron a darle valor. Empezaron a compartir sus historias y su lengua. Me explicaban cómo se decían algunas cosas.  Y a raíz de esa reciprocidad de enseñanzas, surgió otra relación”. 

Andrés Cettour llevaba dentro de sí un sueño: publicar su primer libro. No sabía que ese proyecto sería la semilla de otro que abarcaría a muchas más personas, y que se concretaría en una mejor calidad de vida.

Así como ellos les hablaron de sus problemas y sueños, Andrés les contó de su libro y quisieron leerlo.

“La canción de Qomlashi”, trata de una garza y su bandada en un viaje de migración. Después de finalizar su lectura, los alumnos le cuestionaron que las aves hablaban en castellano y podrían hacerlo qom.  Andrés les propuso traducir los diálogos y solicitaron la ayuda de un maestro idóneo de la comunidad, ya que la lengua qom se escribe muy poco, su cultura es más oral, Por ejemplo, la letra k no existe en su idioma.  Al ver tanto entusiasmo, Andrés les ofreció las 10 últimas páginas de su libro para que ellos relaten sus propias historias, y así lo hicieron. De allí surgió la idea de que hicieran su propio libro, con relatos propios, en qom y en castellano. Se llamaría  Shotaina´.

“Mi libro lo había publicado La Hendija, pero no explotó esa parte.  Entonces fui a la Editorial Legüera Cartonera, que son amigas mías. Cuando les presento el proyecto del libro de los chicos les fascinó. Ellas hacen los libros de cartón. A mí me pareció genial, porque los chicos ya estaban escribiendo su libro  y si lo terminaban podían pintar las tapas, porque hacen muy buen arte. Se los imprimieron. Así fueron los primeros diez libros. Estaban en qom y en castellano. Inmediatamente empezamos a ir a todos lados, las chicas lo empezaron a publicar, a difundir en las redes. La gente ya quería escuchar  esas voces, tantas veces silenciadas en la historia”.

El 2019 había terminado muy bien para los cinco jóvenes: Ariel Benítez, Cristian Gonzales, Iván Lorenzo,  Juan Yorqui y Agustín Gomez. Cada uno de ellos había ganado $5000 pesos con la venta de los libros.

“Meses después nos juntamos y con ese dinero empezamos a poner una ladrillería. Hicimos 13.000 ladrillos y dos casitas con esos ladrillos. Ahí la editorial dijo: Este proyecto es tremendo, lo vamos a difundir a full y toda la ganancia va a ser para ustedes. Ahí fue un furor, y más aún cuando empezamos a hacer bio construcción . Eran cinco alumnos, cinco jóvenes escritores y construímos cinco casas. Empezamos en marzo con los ladrillos, en mayo con la primer casa y 28 de diciembre, la última casa que hicimos”.

En la Bio Construcción, fueron guiados por las mujeres de Kiva Comunidad, una organización de mujeres albañilas, ceramistas, carpinteras y artistas de Santa Fe, que brindan posibilidades para que todos puedan acceder a una vivienda digna, respetando la tierra y todo lo que brinda la naturaleza.

“Esas chicas pegaron re buena onda con los chicos y les pagábamos por hora, con lo que ganábamos con los libros. El libro se tradujo al portugués. Fue el primer libro bilingüe, en qom y castellano, escrito por personas qom en su lengua madre. Se hacían cadenas para  comprar libros y se veía que era algo genuino, que cubría una necesidad. Todos hacíamos la casa de uno, todos hacíamos la casa de otro, el proyecto estuvo re bueno.

 

 

 

 

 

 

 

“Así terminamos el 2020 y siempre poniendo fichas para el año siguiente, los inscribimos en una beca para expresiones aborígenes y fueron favorecidos. A estos cinco chicos les dieron $50.000 a cada uno. Agarraron algo para ellos y compramos un terreno y herramientas y construimos un un taller cerámico, lo estamos haciendo todavía. Techo y piso ya está y  ya tenemos las aberturas. El techo es verde, le pedimos las chapas a Desarrollo Social, pero todo lo demás es autogestivo. El proyecto es hacer una escuela de cerámica donde ellos puedan enseñar a su propia comunidad y a los de afuera también. La cerámica de los tobas tienen particulares  características que son los “saberes inmateriales” , que este proyecto  busca atesorar y difundir: el lenguaje, la cultura,  y los modos de conectarse y establecer vínculos con la naturaleza”.

Es un proyecto autogestivo, que no está subsidiado por ningún organismo, estatal ni privado.  El proyecto está abierto y se va acercando a otras entidades según las necesidades: para el libro con Legüera Cartonera,  cuando fue la construcción los ayudaron las mujeres de Kiva Comunidad, después la gente de la Escuela Itinerante de Cerámica.

Es un proyecto abierto para quien quiera acercarse de la manera que sea: solidaridad, retroalimentación, aprender algo y ofrecer algo,  o hacer algo mancomunado, siempre apuntando a lo colectivo. Ahora estamos pensando hacer  ladrillos de adobe para terminar las parecitas del taller, que es lo único que nos falta.  Hay un chico que vino de Trenque Lauquen en bici y está participando del proyecto y hace huerta ecológica. Con el terreno que se compró con la beca vamos a hacer una huerta. Siempre la idea es la realización personal y lo autogestivo y lo que pueda determinar la autonomía, que no dependan de la dádiva de una ONG. Estamos también con la idea de hornos solares. Hay una chica que volvió de Holanda y es la que sabe del tema y la idea es que dejen de buscar palos para cocinar y aprovechen el sol. Lo mismo con termotanques solares”.

El proyecto Shotaina  fue premiado por la Fundación del Diario La Nación. Se presentaron 27 proyectos educativos. Porque todo esto empezó en un aula. Era tan fuerte ese vínculo que trascendió el aula y empezaron a hacer cosas para seguir sosteniéndolo. “Ganamos el premio Mención Especial. Presentamos un proyecto en la Secretaría de Trabajo y nos dio favorable. Y con ese dinero pensamos terminar el taller de cerámica y tal vez construir un baño.  Todo lo demás fue a pulmón. Comprábamos materia prima y hacíamos ladrillos y los vendíamos. Ellos  instalaron la electricidad y techaron. Yo aprendí de todo”.

La cosmovisión qom es muy interesante. Sería muy enriquecedor el intercambio entre ambas culturas. Los qom tienen un respeto hacia los mayores que en nuestra sociedad no existe. Son muy instintivos. Su primer herramienta de conocimiento es el instinto. Sienten señales, mensajes a través de los sueños. Ellos dicen que cuando hacen una vasija, la vasija les va mostrando cómo quiere ser. Nosotros estamos desconectados con el instinto, la intuición. Razonamos demasiado. El qom también se cura con su medicina ancestral que extrae directamente de la naturaleza.

“Para ellos el mayor daño que hizo el hombre blanco fue separar: para ellos está  todo junto, el hombre , los animales y la plantas, y no hay una jerarquía. Lo que mas les sorprendió de la llegada del europeo es eso: la división de la tierra y la tecnología de separar todo, las familias, las casas”

Separar, dividir, apartar, discriminar. Términos que modelaron la historia de los últimos siglos. Tal vez sea hora de unir, relacionarse, descubrir en los otros todo lo que tenemos igual: Los temores, los sueños. Andrés Cettour y sus cinco alumnos demostraron que el intercambio de culturas, de saberes, enriquece a todos.

 

El libro se llama Shotaina´, que significa estoy aquí, significa estar en armonía con las cosas y los seres, estar aquí no solamente con el cuerpo, sino que pase el corazón.

 

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