Porque yo soy argentino…

La Editorial semanal de Río Noticias, por Martín Silva.

La Editorial semanal de Río Noticias, por Martín Silva.

En un viaje a un país limítrofe, me encontraba viajando en auto por una ruta poco transitada entre la ciudad en que me alojaba y otra donde debía hacer un negocio. De repente, sentí un ruido extraño en el motor, que me obligó a detenerme en la finca mas cercana.

Al descender del auto, y para mi sorpresa, me di cuenta que el dueño del lugar era como yo, Argentino. Le expliqué mi situación y le consulté por un taller que pudiese solucionar mi inconveniente para poder continuar, a lo que me respondió sonriente que él mismo era mecánico.

Acto seguido, revisa el motor y me dice que iba a necesitar un repuesto, el cual podía conseguir pero para el día siguiente.  Imposibilitado de seguir y, más aún, apresurado por concretar el negocio le dije que no podía esperar hasta el día siguiente. Sin dejar de sorprenderme me dijo con tono de confianza como si fuésemos casi familia, que el me prestaba su auto particular pero con la única condición que cuando llegara a la ciudad pasara por la facultad y recoja a su hija, la que iba a estar esperándolo y que la lleve a su casa pues quedaba muy lejos, y en un barrio peligroso. Que haga el negocio que tenia planeado y que, al día siguiente, regrese con el auto para retomar mi camino con el repuesto ya cambiado y en condiciones de continuar.

Mi respuesta fue que no conocía a su hija, y ella tampoco a mí, por lo que no iba a confiar en un desconocido. Me explicó que ella reconocería el auto de su padre y que solo bastaba con decirle que yo también era Argentino.

Ultimando detalles acepte su propuesta por ser de mutuo beneficio, pero aun sin poder creer lo que pasaba y tanta amabilidad por parte de un desconocido retomé mi viaje hacia la siguiente ciudad, donde efectivamente se encontraba su hija aguardando y, sin mediar muchas palabras, me consultó sobre su padre y le comenté la situación. Subió al auto y me indicó dónde debía ir sin demasiada desconfianza. Al descender, me pidió que haga llegar un sobre a su padre y muchos abrazos y besos; como tenia programado.

Aunque con algún retraso, pude hacer mi negocio, me alojé en un hotel y, al día siguiente, retorné a la ruta poco transitada donde había dejado mi auto para ser reparado. Tal y como lo había prometido el auto se encontraba reparado y listo para partir. Por mi espíritu inquieto e inquisidor no podía dejar pasar la oportunidad de preguntarle por qué tanta amabilidad y confianza como para darme su auto y confiarme la seguridad de su hija si no sabía quién era yo ni a qué me dedicaba. El, sonriendo me miró y me dijo…

“LA RESPUESTA ES OBVIA”

Claro, luego de analizarlo por dos segundos me di cuenta que estaba en otro país y le dije… ¿LO HICISTE PORQUE SOY ARGENTINO. NO?, y nuevamente sonriendo me respondió:

“NO. LO HICE PORQUE YO SOY ARGENTINO”

Cuánta falta hace hoy en día un cambio de actitud. No solo hacer cosas por propio beneficio o por ser conocido o amigo de tal o cual. Cuánto bien le haría a nuestro país dejar de lado las individualidades y empezar a pensar que no solo porque el otro es amigo, familiar o conocido merece un favor nuestro a cambio de algo.

Cuánto bien nos hace dar sin esperar retribución, mas que la propia satisfacción de haber ayudado…

Por mi parte hago esto hace ya tiempo. Y la verdad que me llena de regocijo. No porque queda bien ayudar a los demás o por esperar un reconocimiento sino simplemente… ¡¡¡PORQUE YO SOY ARGENTINO!!!

Noticias relacionadas